Mi única función es la que Dios me dio.
1. La idea de hoy reafirma tu compromiso con la salvación. 2También te recuerda que no tienes ninguna otra función salvo ésa. 3Ambos pensamientos son obviamente necesarios para un compromiso total. 4La salvación no podrá ser tu único propósito mientras sigas abrigando otros. 5Aceptar la salvación como tu única función entraña necesariamente dos fases: el reconocimiento de que la salvación es tu función y la renuncia a todas las demás metas que tú mismo te has inventado.
2. Ésta es la única manera en que puedes ocupar el lugar que te corresponde entre los salvadores del mundo. 2Ésta es la única manera en que puedes decir, y decirlo en serio: “Mi única función es la que Dios me dio”. 3Y ésta es la única manera en que puedes encontrar paz.
3. Hoy, y durante los próximos días, reserva diez o quince minutos para una sesión de práctica más prolongada en la que vas a tratar de entender y aceptar el verdadero significado de la idea de hoy. 2La idea de hoy te ofrece el que puedas escapar de todas las dificultades que percibes. 3Pone en tus manos la llave que abre la puerta a la paz, la cual tú mismo cerraste. 4Es la respuesta a la búsqueda en la que has estado enfrascado desde los orígenes del tiempo.
4. Trata, en la medida de lo posible, de llevar a cabo las sesiones de práctica más largas a la misma hora todos los días. 2Trata asimismo de fijar esa hora de antemano y de luego adherirte a ella lo máximo posible. 3El propósito de esto es organizar tu día de tal manera que hayas reservado tiempo para Dios, así como para todos los propósitos y objetivos triviales que persigues. 4Esto es parte del entrenamiento a largo plazo que tu mente necesita para adquirir disciplina, de modo que el Espíritu Santo pueda valerse de ella de manera consistente para el propósito que comparte contigo.
5. Comienza la sesión de práctica más prolongada repasando la idea de hoy. 2Luego cierra los ojos y repite la idea para tus adentros una vez más, observando tu mente con gran detenimiento a fin de poder captar cualquier pensamiento que cruce por ella. 3Al principio, no trates de concentrarte exclusivamente en aquellos pensamientos que estén relacionados con la idea de hoy. 4Trata, más bien, de poner al descubierto cada pensamiento que surja para obstaculizarla. 5Toma nota de cada uno de ellos con el mayor desapego posible según se presente, y deséchalos uno por uno a medida que te dices a ti mismo:
6Este pensamiento refleja un objetivo que me está impidiendo aceptar mi única función.
6. Después de un rato te resultará más difícil poder detectar los pensamientos que causan interferencia. 2Sigue tratando, no obstante, durante un minuto más o menos, intentando detectar algunos de los pensamientos vanos que previamente eludieron tu atención, pero sin afanarte o esforzarte innecesariamente en ello. 3Luego repite para tus adentros:
4Que en esta tabla rasa quede escrita mi verdadera función.
5No es preciso que uses estas mismas palabras, pero trata de tener la sensación de que estás dispuesto a que tus propósitos ilusorios sean reemplazados por la verdad.
7. Finalmente, repite la idea de hoy una vez más y dedica el resto de la sesión de práctica a reflexionar sobre la importancia que esta idea tiene para ti, el alivio que su aceptación te ha de brindar al resolver todos tus conflictos de una vez por todas, y lo mucho que realmente deseas la salvación, a pesar de tus absurdas ideas al contrario.
8. En las sesiones de práctica más cortas, que deben hacerse por lo menos una vez por hora, usa el siguiente modelo al aplicar la idea de hoy:
2Mi única función es la que Dios me dio. 3No quiero ninguna otra ni tengo ninguna otra.
4Cierra los ojos en algunas ocasiones al practicar esto y, en otras, mantenlos abiertos mientras miras a tu alrededor. 5Lo que ahora ves será totalmente diferente cuando aceptes la idea de hoy sin reservas.